No se necesita enfatizar demasiado respecto al consumo de agua como mejor opción para hidratarse, tampoco, respecto a los negativos efectos que las bebidas azucaradas pueden acarrear sobre la salud en general. Quienes apuesta por la ingesta habitual de refrescos – incluso como sustituto del agua – acompañando las comida o entre horas, deberán prestar especial atención a la información que se trae a continuación, pues no solo se plantean las razones por las que conviene evitarlos, sino algunos consejos básicos para lograrlo.
¿Por qué conviene evitar el consumo de refresco?
Lo primero a entender es que por refrescos no se habla únicamente de las bebidas fuentes de azucares añadidos, sino también de refrescos light y aguas saborizadas, igual de nocivas para la salud cuando se consumen en exceso debido a las siguientes razones:
- Generan más hambre en lugar de saciar la sed:
Pese a su condición de líquidos, esta clase de bebidas no calman la sed; en vez de ello, promueven el almacenamiento de grasas corporal atentando contra la forma física – y salud en general – al generar más hambre. Pero eso no es todo, es imperioso considerar las sustancias adictivas que suelen estar incluidas en si composición, y es que tanto la cafeína como la azúcar o similares – generan un efecto adictivo despertando las ganas de tomar más y más de ellas.
Pero ¿qué pasa con los refrescos light? Este es otro de los engaños del marketing, promoviendo el consumo de una bebida como ligera, cuando el trasfondo es un compendio de edulcorantes, que provocan incluso aún más apetencias que el azúcar refinado. El atractivo dulce que los caracteriza incentiva el reintegro de calorías al cuerpo puesto que se consumen en mayor cantidad debido a que se consideran adecuadas para la dieta.
Como si no fuese suficiente, algunos estudios sugieren que los endulzantes libres de calorías generan más hambre, vinculándoseles además con la asimilación de más grasa abdominal por consecuencia de dicho efecto.
- Son perjudiciales para la salud ósea y dental:
Adicional al azúcar refinado, las gaseosas o refrescos contienen elevadas dosis de fosfato y sodio entre sus componentes, en especial, los de tipo cola; el problema con estas sustancias radica en que comprometen la capacidad natural del organismo para absorber el calcio, por ende, perjudicando la salud de los huesos y dientes.
Del mismo modo los azúcares – libres o añadidos – acarrean nocivos efectos sobre dichas estructuras, de hecho, se vinculan al incremento de las probabilidades de sufrir osteoporosis, razón de peso para limitar su consumo.
- Promueven el almacenamiento de grasas:
Como se comentaba, tanto gaseosas como aguas saborizadas y similares, son fuente de azúcares libres o añadidas, de fácil absorción, lo que se traduce al incremento brusco de la glucosa en sangre, lo que se traduce a niveles de insulina en ascenso, y el favorecimiento de la acumulación de grasas.
Por otra parte, es elevado su aporte calórico, mismo que de acuerdo a numerosos estudios, le relaciona con la predisposición a la ganancia de peso que, más tarde, podría convertirse en obesidad.
- Tienen bajo efecto hidratante y son costosos:
A diferencia del agua natural, la eficiencia de los refrescos para mitigar la sed es prácticamente nula; esto obedece a que los segundos, carecen del poder hidratante que tiene el líquido vital. Si a ello se le suma el elevado precio que tiene respecto a la primera, adiciona un motivo más por el que despedirse de su consumo.
¿Cómo decirle adiós a los refrescos sin fallar en el intento?
Siendo honestos, el agradable sabor de estas bebidas ya supone un efecto adictivo más allá del que generan sus componentes, lo que facilita acostumbrarse a su ingesta y dificulta su sustitución por el agua.
Suponiendo que las razones antes planteadas no hayan sido suficiente incentivo para dejarlos, se exponen algunos consejos que pueden ayudar:
- Desengancharse paulatinamente, es decir, comenzar alternando su consumo con agua o agua gasificada, sea un vaso de las mismas de forma intercalada a la ingesta de refresco o diluyéndolo en ellas.
- Saborizar el agua, en lugar de comprar las industriales ¿Cómo? Adicionando verdura fresca, frutas, hierbas o especias.
- Variar la ingesta con infusiones como el té, café o similares para así compensar la disminución en la ingesta de líquidos, apostando por alternativas sanas.
- Siempre preferir zumos de frutas – e incluso, smoothies ocasionalmente – sobre todo, cuando se sienta demasiada necesidad de tomar refrescos, aso sí, los preparados en casa a base de ingredientes frescos.