Sexo bondage: la chispa de las relaciones

Cómo disfrutar de esta experiencia

Para empezar a entender el bondage hay que analizar su orígen. Se trata de una palabra inglesa cuya traducción significa servidumbre o esclavitud. La obra ‘50 sombras de Grey’ nos acercó y popularizó esta práctica, haciendo que muchas mujeres se replantearan sus relaciones sexuales.

Lo primero que hay que tener claro es que en el bondage una de las dos personas está inmovilizada mediante cuerdas, esposas o pañuelos y en esta situación de sometimiento total o parcial tiene lugar la práctica del sexo, sin olvidar que se trata de una práctica en la que ambas personas están de acuerdo. Los artículos de bondage son muy variados, y cuantos más se utilicen, más placentera resulta la experiencia.

Antes de comenzar hay que elegir un rol, ser la persona sumisa o la que somete, que puede ir variando en las diferentes relaciones sexuales. Es importante elegir el rol con el que cada uno se sienta más identificado. 

Para disfrutar al completo de este juego sexual hay que dejar a un lado la timidez y sumergirse en la fantasía sexual. Los artículos eróticos facilitan mucho esta fase. Un poco de lubricante, un antifaz, un vibrador o un disfraz sexy abren la puerta a un mundo del que pocos quieren regresar.

Una práctica sexual que se debe probar

Se habla mucho de la rutina en las parejas, de explorar nuevos horizontes que revivan el deseo sexual, de que en una sociedad en la que cada vez sufrimos más carga de estrés procedente del trabajo o la familia, las parejas o uno de los dos pasan por momentos de bajo apetito sexual. Vale la pena intentarlo.

La idea es que la persona que se encuentre atada se deje llevar mientras que la otra persona se encarga de hacer sus fantasías realidad. No tiene nada que ver con el sadomasoquismo porque en el bondage no debe haber dolor, no es ahí donde reside el placer. Se trata de dominio y control pero sin encontrar el placer en el dolor. 

De hecho es importante pactar previamente una palabra clave que sea la que determine el mensaje a la otra persona de que ha de parar en caso de dolor o cuando no se sienta lo suficientemente cómodo. 

Ir descubriendo los límites poco a poco es uno de los estímulos de esta práctica. Por ello se recomienda que al inicio las ataduras no sean fuertes para que la persona atada tenga la sensación de que puede salir de esa situación en cualquier momento.

Si bien aún quedan tabúes residuales alrededor de estas prácticas, lo cierto es que la mayoría de parejas que lo prueban aseguran encontrar ahora un sexo mucho más placentero y divertido, superando la monotonía a la que lleva la rutina de pareja.

Nadie nace sabiendo

El bondage no hace tanto que se popularizó en nuestras vidas. Si uno de los dos es ya aficionado, no tiene más que compartir su experiencia con el otro en una apertura a nuevas vivencias. Si ambos son novatos en el bondage, descubrir juntos esas sensaciones puede aportar un extra de chispa a la relación sexual.

En definitiva, la comunicación en este tipo de estímulos sexuales es muy importante. El bondage actúa en cierto modo como terapia de pareja porque permite que ambas personas se abran ante el otro confesando sus fantasías, ayuda a aumentar la confianza en la persona al encontrarse atada ante ésta y sometida a su deseo y disfrute, y la excitación mutua ante lo desconocido y que antes era tabú contribuye a hacer la relación más fuerte.